Gracias a un minucioso y exhaustivo trabajo de investigación, estudiantes de Magisterio, los futuros maestros, se adentran en la educación rural a través de las antiguas escuelas recuperadas en el Maestrazgo turolense.

 

De momento son siete. Pero aspiran a más. Siete antiguas escuelas del Maestrazgo turolense y territorios colindantes -con sus pupitres, pizarras y cuadernos, símbolos y hasta sus viejos mapas de pared-, que han sido arrebatadas a polvorientos y olvidados trasteros municipales, falsas, leñeras… y recuperadas, de nuevo, para la vida. «Para poner en valor la historia de estos pueblos a través de la educación, porque la cultura escolar ocupa un lugar preeminente en la memoria de las comunidades», afirma Estefanía Monforte, maestra, asesora de Competencia Lingüística y Comunicativa del Centro de Profesores Ángel Sanz Briz de Teruel y profesora asociada del Departamento de Ciencias de la Educación del Campus de Teruel de la Universidad de Zaragoza, que, de momento, y en colaboración con Sofía Sánchez, técnico de Patrimonio de la Comarca del Maestrazgo, han recuperado, para sus pueblos, para sus gentes, las antiguas escuelas de Dos Torres de Mercader, Cantavieja, Mirambel, La Cuba, Tronchón, La Cañada de Benatanduz y de Mosqueruela, esta última en la Comarca de Gúdar Javalambre.

Esta maravillosa aventura, que se llama ‘La escuela de ayer para construir el mañana’, arrancó en 2015, cuando Estefanía, entonces maestra en Cantavieja, Sofía y los investigadores e inspectores de Educación -que alentaron este proyecto- José Luis Castán y Lourdes Alcalá realizaron una visita a la antigua escuela de la partida del Barranco, en Cantavieja. «Esa visita fue un punto de inflexión -explica Estefanía- para que entendiésemos lo importante que podía ser recuperar el mobiliario, los materiales y objetos escolares y, sobre todo, la memoria de las gentes, entonces niños, que los usaron».

RECUPERAR LA MEMORA ORAL DE CADA ESCUELA

Gracias a un minucioso y exhaustivo trabajo investigación: localización de la documentación relacionada con la escuela en los archivos históricos de los ayuntamientos -actas de la junta local, informes de la inspección, registros de notas y matrículas de alumnos…- y del mobiliario y materiales escolares, libros, mapas… en dependencias municipales, cuando ha sido posible, la escuela, explica Monforte, se ha recreado en el mismo lugar en el que estaba, en el mismo edificio, y de la misma manera en que la gente del pueblo, sus protagonistas, la recordaban. Y así, hablando con sus habitantes, con los mayores, «hemos recuperado la memoria oral de cada escuela, de cada pueblo». Y, en este sentido, la implicación de los vecinos en el proyecto ha sido total. «Queremos que sientan la recreación de cada escuela como algo suyo, algo vivo, que la cuiden y que sigan manteniéndola y, por supuesto, mejorándola, porque es suya, está en su pueblo, y nadie ha venido a llevársela a Teruel o a Zaragoza, como sucede cuando algo merece la pena», insiste, en tono quejumbroso, la maestra.

HISTORIAS Y RELATOS CONTADOS POR LOS SABEDORES

Y, como se han empeñado en profundizar en la historia de la educación -y de paso de los pueblos- a través de la investigación de las antiguas escuelas, y conservar y dar a conocer este maravilloso patrimonio educativo, en tantas ocasiones olvidado, una vez perdido su uso, decidieron actuar: diseñar un plan, una estrategia piloto, que ha dado unos excelentes resultados, y que explica la docente: «Nos planteamos trabajar en diferentes ámbitos, ya que no queríamos que el grupo de escuelas fuera concebido tan solo como un mero atractivo turístico; pensábamos en iniciativas que pudieran aportar a la población y lo enfocamos desde dos puntos de vista: mediante las visitas de escolares de la comarca y de la provincia y trabajando con los alumnos de Magisterio, los futuros maestros». Hasta la fecha, los escolares del CRA Olea, con sede en Castellote, que incluye las aulas de Agua viva, Bordón, Castellote, Cañada de Verich, Foz-Calanda, Cuevas de Cañart y Ginebrosa, han participado en esta experiencia. «Nuestro objetivo es que se sensibilicen, que aprendan cómo era la escuela de entonces y que, cuando regresen a sus colegios, sean capaces de salvaguardar su patrimonio». Y, para convencerlos, les cuentan las historias de esas escuelas sus verdaderos protagonistas: son los sabedores, la mayoría de ellos con más de 80 años de experiencia en su haber, los que les transmiten, de verdad, sus vivencias. Y también han participado en diferentes tallares: de caligrafía -con pluma, tintero y papel-, sobre despoblación en la zona, de labores -las que hacían las chicas de la época-, de indumentaria…

EL ALIENTO DE AQUELLAS ESCUELAS DEL PASADO

Estefanía pensó, además, que esta podría ser la iniciativa perfecta para que los alumnos del Grado de Magisterio del Campus turolense se acercaran, por primera vez, a la escuela rural. Y, así, el pasado mes de diciembre, 70 futuros docentes visitaron las antiguas escuelas recuperadas de las localidades de Mosqueruela y de Cañada de Benatanduz (que, además, se han convertido también en museos). Allí se familiarizaron con el ambiente, con el mobiliario, con el entorno y hasta con el aliento de aquellas escuelas del pasado; pero también visitaron el CRA Gúdar-Maestrazgo, donde los jóvenes aspirantes a maestros tuvieron la oportunidad de charlar con los maestros y maestras del presente. «Conocieron de primera mano -explica Estefanía- retazos de la historia de la educación, pero también han podido comparar y comprobar lo positivo y las grandes posibilidades que ofrece trabajar hoy en la escuela rural, sobre todo, a nivel metodológico y de innovación». Una practica real, que les ha permitido, además, conocer ejemplos, hacer preguntas, «destapar y descubrir sus miedos y su curiosidad, ya que en la Universidad es todo muy teórico», apunta Monforte; y descubrir los archivos, «otras fuentes de donde extraer valiosísima información para realizar sus trabajos finales de grado (TFG) y, así -continúa-, poner en valor, a través de la educación, su historia, la historia de Teruel, que es eminentemente rural».

Lo que más les ha gustado a los estudiantes de Magisterio ha sido «el contacto directo con la gente, con los maestros del ámbito rural y las entrevistas con los sabedores», comenta Estefanía. Sabedores como Wenceslao Gargallo, el anciano que les contó cómo fueron aquellos felices pero difíciles años de su infancia en la escuela de Benatanduz.

Pero la escuela rural ha cambiado mucho y afronta con valentía los nuevos retos de cara a un futuro esperanzador, ya que, como explica la maestra, «trabajar de verdad con toda la comunidad educativa (alumnos, docentes y familia) es más fácil en el pueblo; aquí, la escuela y el maestro son muy importantes; en un pueblo, la educación puede repercutir y mejorar la sociedad».

 

Fuente: https://www.heraldo.es/noticias/sociedad/2019/04/28/escuelas-rurales-del-pasado-para-construir-la-educacion-del-futuro-1311327.html