misa baturraEl folclore aragonés protagonizó la jornada de ayer en las fiestas patronales de Mirambel, que afrontan hoy su recta final. Una misa baturra en honor de la Virgen de Agosto y San Lamberto marcó a las 12.30 el arranque de la programación festiva, que continuó con la actuación de una rondalla por las calles del monumental casco urbano de la localidad. La nota folclórica más castiza la puso el baile en la placeta del Rolde, una composición de origen local.

La cena popular en el pabellón y la discomóvil a partir de la medianoche completaron la oferta del día, que marcó el ecuador de los festejos. El plato fuerte del menú festivo, que continuará hasta mañana martes, lo constituyen, no obstante, los eventos taurinos.

El pasado sábado se celebró el primer toro embolado por las calles del pueblo. La res procedió de la ganadería de Javier Molina y, según explicó la alcaldesa, Carmen Soler, el animal ofreció un gran espectáculo. De la tarea de embolar se encargó la cuadrilla de especialistas locales.

La tradición taurina recuperará el foco de la atención el martes con el segundo y último toro embolado, que procederá de la ganadería de Javier Gallego. Soler reconoció que «los toros no pueden faltar» en el programa de fiestas para que la celebración sea redonda, al igual que las orquestas y las comidas populares.

Como novedad, este año se ha programado para mañana una gran paella popular para cientos de comensales en el pabellón. A continuación, y como aperitivo del toro embolado, habrá un encierro de vaquillas del ganadero Teodoro Adell, de Castellote.

La preparación de la paella correrá a cargo de una empresa de catering, porque «no se puede cargar con más trabajo a la comisión de fiestas», reconoció la alcaldesa. Explicó que este colectivo, formado por una veintena de personas entre vecinos y veraneantes, asume la responsabilidad de preparar una programación que sea atractiva para todos los públicos y viable económicamente. La financiación se consigue a través de una cuota que paga cada familia.

Carmen Soler explicó que este año la afluencia de visitantes ha crecido respecto a 2016 hasta multiplicar la población censada, de 122 vecinos. La alcaldesa señaló que, como cada verano, han regresado los nacidos en Mirambel que tuvieron que emigrar a Valencia, Zaragoza y, sobre todo, Barcelona. En muchos casos, los emigrados regresan con sus familias y amigos. También llegan propietarios de segundas residencias que llenan de vida el monumental conjunto urbano, salpicado de palacios renacentistas y caserones de sillería.

Fuente: Heraldo.es